Hablar de adicción es, con frecuencia, quedarse en la superficie. Se ve el consumo, la sustancia, el comportamiento, … pero la realidad es mucho más compleja y profunda. En el núcleo de muchas adicciones subyace una intensa tormenta emocional que alimenta la enfermedad y, a su vez, es exacerbada por ella. Esta es la intrincada y dolorosa relación entre la adicción y los trastornos afectivos.
En el Centro Ginesta comprendemos que, para sanar la adicción, es imperativo abordar de manera integral la salud mental de la persona. Este artículo explora este vínculo, sus causas, y la luz al final del túnel: la recuperación integral.
¿Qué son los trastornos afectivos?
Los trastornos afectivos del estado de ánimo, son afecciones que impactan significativamente en cómo una persona siente, piensa y actúa. No son simples altibajos emocionales, son alteraciones persistentes que provocan un sufrimiento clínicamente significativo.
Los síntomas más frecuentes de estos trastornos incluyen:
- Depresión mayor: No solo es tristeza. Es una sensación profunda de vacío, desesperanza, pérdida de interés en actividades placenteras y una fatiga abrumadora que dificulta el día a día.
- Trastorno de ansiedad: Una preocupación constante, irracional y excesiva que genera síntomas físicos como taquicardia, insomnio y ataques de pánico.
- Labilidad emocional: Cambios de humor extremos y bruscos, pasando de la irritabilidad y la ira a la tristeza profunda en poco tiempo.
- Sentimientos de culpa y desvalorización: Una percepción distorsionada de uno mismo, a veces acompañada de una culpa paralizante relacionada con el consumo o las acciones durante la adicción.
Trastornos afectivos y adicción: un círculo vicioso.
La relación es un círculo vicioso donde un problema alimenta al otro. No es una coincidencia, es una conexión profundamente arraigada en la neurobiología y la psicología humana. Se manifiesta principalmente de dos formas:
- La automedicación: El alivio que enferma.
Muchas personas recurren a sustancias (como el alcohol, drogas o psicofármacos) o a conductas adictivas como una forma de aliviar temporalmente el dolor emocional profundo causado por una depresión, ansiedad o trauma no resuelto. Es un intento de escapar de un malestar que parece insoportable.
2. El daño cerebral: La química del malestar.
El consumo prolongado, ya sea de sustancias o la repetición de conductas adictivas, altera profundamente el equilibrio emocional, relacional y vital de la persona. Lejos de solucionar el problema, agrava los síntomas previos y genera nuevos conflictos, reforzando así la dependencia.
La buena noticia es que recuperarse es posible. Pero para romper este ciclo, es esencial un tratamiento dual que aborde simultáneamente la adicción y el trastorno mental. Por eso el enforque de Centro Ginesta se basa en: Evaluación exhaustiva, desintoxicación médica supervisada, psicoterapia especializada, apoyo psicológico y acompañamiento emocional y reinserción.
Busca ayuda especializada.
Si te sientes identificado con esta lucha o ves a un ser querido atrapado en este ciclo, es crucial entender que no es una cuestión de tener fuerza de voluntad. Es una condición tratable. Dar el primer paso es lo más difícil, pero es el que marca la diferencia.