En los procesos de recuperación de adicciones, existe un mito muy común que puede resultar dañino: “Si recaigo, todo lo anterior no ha servido”. La realidad es muy distinta. The recaída no es un fracaso, sino una fuente de información que permite ajustar y fortalecer el tratamiento, entendiendo mejor qué factores aún necesitan atención.
La adicción no se trata únicamente de fuerza de voluntad. Es un trastorno complejo donde intervienen el cerebro, la historia personal, las emociones y el entorno. Comprender la recaída desde esta perspectiva es fundamental para avanzar en la recuperación.
Qué nos indica una recaída
Each recaída aporta información valiosa sobre el proceso de recuperación:
- Qué emociones siguen sin regularse
- Qué situaciones representan un riesgo
- Qué apoyos faltan o no están funcionando
- Qué aspectos de la adicción siguen activos
Lejos de invalidar todo el esfuerzo anterior, la recaída permite reajustar estrategias terapéuticas y reforzar áreas que necesitan más atención.
La importancia del entorno en la recuperación
En la recuperación real —no idealizada— hay avances, estancamientos, retrocesos y aprendizajes. El papel del entorno —familia, profesionales y redes de apoyo— es crucial. Cuando se deja de castigar la recaída y se interpreta clínicamente, la persona se siente acompañada y motivada a continuar, en lugar de rendirse.
Recuperación y resiliencia
Recuperarse no significa hacerlo de manera perfecta. Recuperarse implica:
- No rendirse ante los obstáculos
- Pedir ayuda incluso después de una recaída
- Utilizar la información que aporta cada recaída para mejorar el tratamiento
Si estás en proceso de recuperación o acompañas a alguien que lo está, recuerda: no estás empezando de cero, estás empezando con más información. Y esa información es invaluable en el camino hacia la recuperación.