In addiction treatment, uno de los elementos más efectivos —y a veces más incómodos— es el grupo. La experiencia clínica demuestra que la recuperación no se logra solo con fuerza de voluntad, motivación o conocimiento teórico. Se logra cuando la persona se enfrenta a un espacio donde otros que han vivido lo mismo le muestran, desde su experiencia, lo que quizá no puede ver por sí misma.
He grupo en la recuperación de adicciones actúa como un espejo que refleja comportamientos, pensamientos y emociones que la adicción tiende a ocultar o distorsionar.
Cómo el grupo hace visible lo invisible
Cuando alguien llega a tratamiento, suele tener pensamientos como “yo sé lo que hago” o “puedo controlarlo”. La adicción refuerza la negación y el autoengaño.
El grupo permite que la persona:
- Escuche lo que otros han vivido en situaciones similares
- Se cuestione sus propias creencias y comportamientos
- Reconozca patrones de consumo que antes pasaban desapercibidos
Este proceso de confrontación respetuosa y compartida genera humildad terapéutica, un paso indispensable para el cambio real.
El grupo como espejo y herramienta de aprendizaje
El grupo no solo observa, también devuelve información concreta sobre:
- Cómo la persona se engaña a sí misma
- Comportamientos que perpetúan la adicción
- Estrategias que funcionan o fallan
Este reflejo desde la experiencia y no desde la teoría permite a la persona tomar decisiones más conscientes, reconocer riesgos y fortalecer habilidades de afrontamiento.
Profesionales y grupo: un acompañamiento integral
En el proceso terapéutico, los profesionales —psicólogos, psiquiatras, médicos, terapeutas y monitores— acompañan, orientan y sostienen. Pero el verdadero motor de cambio es el grupo, porque ofrece:
- Apoyo mutuo basado en vivencias reales
- Motivación y responsabilidad compartida
- Espacios de escucha y contención
La recuperación no se trata de hacerlo solo, sino de escuchar, ponerse en duda y dejarse sostener por quienes caminan el mismo camino.